Y ahí están los dos, viviendo una pequeña complicidad que luego florecerá, pues el comienzo de algo, de un todo y un nada a la vez. Se acarician, y ella en la mejilla lo besa; ¿pero sabrán el futuro que les espera? El cercano sin lugar a dudas es feliz, lleno de cumplidos, declaraciones, lleno de abrazos, de besos… lleno de reciprocidad. En el transcurso del puente construido, cada uno sabe el nivel de sinceridad con el que está obrando. Es un futuro inmediato lo más cercano en cuanto a su sabor, a su gusto, a la primavera o a un verano; lo cierto es que ahí está, es el sol y está brillando fuerte, entrega calor. Pero un año son cuatro estaciones, donde dos estados de temperaturas, esencialmente, se manifiestan: calor y frío. En efecto, este futuro inmediato, el presente que constantemente se vive, es el calor, ¿y el frío? ¿Acaso ellos dos saben que al sol a veces lo topan nubes, cubriéndolo todo con un leve gris melancolía? ¿Lo sabrán? Están ahí, a los pies de un árbol, disfrutando del otro. ¿Y si les cuento que el otoño o el invierno se acerca?
Pero no, las cosas no suceden con naturalidad. El sol está allá arriba brillando en sus vidas porque ellos quisieron que así sea. Ellos dos se miraron, se hablaron y se gustaron; ellos dos se eligieron y en el cielo colgaron un sol. Evidentemente que cada uno tiene su concepción del cómo sucedió: destino y azar, con algo de pensar. Da igual en el fondo, pues lo concreto es que fue con soberana libertad; elegirse el uno al otro fue la máxima expresión de libertad, su esencia misma.
¿Y dónde queda el frío? El frío está en ellos, y llegará y se sentirá cuando ellos, o cuando uno de ellos quiera que se presente con sus nubes y con sus lluvias, olvidando las palabras que de su boca ,cuando arriba reinaba el sol y con su luz brillaba, salieron. Llegará la confusión, la incoherencia, el desamor, el rencor, la rabia y todo eso, los que por este proceso han pasado bien lo saben
Toda búsqueda de distracción es en vano, pues dura muy poco. Al contrario con lo que te pasa a ti conmigo, tú en mí aún permaneces. Busco música para anestesiar por un momento mis emociones. Toda canción me habla de ti. Todas me invitan a viajar entorno a tu belleza; recorrido que no percibes, o quizás sí, pero que no tienes la intención de hacer recíproco.
Siempre recordamos. Diversos “elementos” nos ayudan a realiza ese viaje al pasado en nuestras mentes, que nos permiten volver a sentir aquello que se sintió en algún momento. Un olor, un lugar, un árbol, una música, amigos, un poema, unas caricias, etc. Cuando ese algo se da, despierta ese recuerdo que no está muerto, porque en nosotros vive. Podemos estar muy sumergido en nuestro contexto actual, estudiando, jugando a la pelota o al tenis, yendo a comprar el pan, conversando con amigos, etc., pero si algún elemento que despierta recuerdos se presenta, ese perfume que ella usaba o la música que en algún momento ella dedicó no nos podemos resistir, pues inevitablemente se realizará ese viaje virtual al pasado, reviviendo, aprehendiendo nuevamente esos momentos de tierna reciprocidad; claro está, desde una triste individualidad.
Podemos pensar entonces que los recuerdos se dan por instantes, sólo cuando llega eso que hace recordar o cuando simplemente nos tiramos en el pasto y por propia voluntad queremos visitar por un corto rato el pasado; ¿pero qué pasa cuando todo, o casi todo me evoca tu persona? Estamos ante un recuerdo permanente y constante, casi enfermizo.
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(*): Leer advertencia; costado derecho del blog.
Con un frío beso se despidió; aún no me bajaba del carro y ya ella, mientras sonaba la luz roja del recuerdo, se subía en otro.
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