Es imposible. Todo me cuesta el doble. No puedo mantener lo que siento, pues en este contexto duele. Me gustaría que fuese eterno, en tanto sea recíproco, pero no lo es. La esperanza siempre existe, pero aburre y pega fuerte cuando no es correspondida. ¿Cómo puedo hacer de esa esperanza algo constante si no me das muestras para que así sea? Pienso a veces que hago el ridículo. Lo sé, no me la he jugado como tiene que ser, de hecho, no me la he jugado, pues pienso que a mi no me corresponde. Tampoco depende de aquello, sólo no quiero ser derrotado nuevamente, sería el fin de todo. Pasiva es mi actitud, pues el miedo me ha apoderado. No quiero escuchar un rechazo, así que prefiero escuchar nada.
Y así estoy, sintiendo mucho y haciendo nada. Confundido de todo. Sin poder argumentar la esperanza, pero está. La indiferencia me destruye y me advierte que es mejor capitular, pero es esa esperanza la que me mantiene sintiéndolo todo, y es esa indiferencia la que me hace hacer nada. ¿Se puede estar peor? Sí, y es en la ausencia de la esperanza. Es todo tan paradójico. Me hace mal, pero me hace bien. Al final, todo depende en derrotar al miedo y actuar. ¿Rendirse? Dan ganas, pero los recuerdos en el momento que se sienten hacen tan bien.
En cualquier momento, y si todo sigue igual, la bandera blanca comenzará a flamear.
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