Siempre miró en blanco o en negro. Algunos de esos dos colores tenía que ser. Trató de pensar en el blanco, pues blanco es lo que él siente por ti. Le temía al negro como nunca le ha temido a algo. Ambos definirían lo que fue, pues claro, de manera demasiado opuesta, mal que mal se trata del blanco y negro.

El blanco fue ilusión, una mala interpretación. Hacer suyas palabras que no eran para él. Percibir emociones que no eran enviadas hacia él. En cambio el negro se hacía tan evidente, pues se iniciaba desde ese algo que en blanco mal interpretó, pero que se reafirmaba en las acciones, actitudes, miradas, gestos, etc. Aún así, hizo que el blanco permaneciera en él; era esperanza, y ésta como dice el cliché, es lo último que se pierde.

Y así comprendió que fue parte de algo al que nunca perteneció: tu vida. Quizás está concluyendo en un extremo opuesto, pero es lo que siente. Quizás no sea así, pero es lo que ve, y asegura que no es agradable sentir lo que siente; no es para nada confortable pensar que prácticamente fue nada, o más bien fue un intento que en nada quedó; lo dice para que no se crea que lo que hace es por gusto, como algún tiempo se pensó que fue su pena… una mierda.

Y él lo sabía, era blanco o negro, y eso que el silencio en ustedes reinó. Bien se sabe lo perceptivo que él es, y del detalle saca la conclusión. Espera de todo corazón, pues aún él te quiere, que esa persona sea capaz de quererte como lo hace él, porque simplemente te lo mereces, por lo hermosa que eres. Perdón por todas las rabias, pero comprende que en él tú aún permaneces. Él te desea lo mejor, suerte en todo, y que esa persona te quiera; juégatela.

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