Ya está una relativa ubicación geográfica, informal por cierto, como me gusta. Establezcamos algunas convenciones. Su inicio por ejemplo; éste será por el extremo de Vicuña Mackena, al frente de un Telepizza. El final, por ende, será hacia la cordillera, en la calle del Puente del Arzobispo.
Dado su inicio, veamos. Éste, el parque, comienza muy angosto, con pasto solamente, que poco a poco al avanzar hacia el este se va ensanchando. Ya cuando tiene un ancho algo considerable, nace una especie de plataforma, a la cual se llega subiendo unas escaleras no con muchas escalas. En dicha plataforma hay un obelisco, no tan grande como el de Buenos Aires que conozco por fotos solamente, pero me imagino que es más grande: es argentino. Al frente del obelisco hay una estatua, la de don José Manuel Balmaceda, presidente de Chile entre los años 1886 y 1891. Llegó al poder en los términos establecidos en aquel entonces, democráticamente se podría decir; no obstante, se retiró del mismo en el contexto de una terrible guerra Civil, en la cual murieron muchos chilenos, más que en
No muchos le llama así, más bien casi nadie. A mí por ejemplo, siempre se me confundía con el parque Bustamante. Pues claro, aquel sector era más bien: “vamos pa’ Salvador”, o: “al frente de
Volviendo, detrás del presidente que se suicidó un 19 de septiembre de 1891, en la embajada de EE.UU., hay una especie de pileta que en ambos lados continúa el camino para recorrer el parque; dos caminos llenos de banquitas. Ahora que recuerdo bien, me parece nunca haber visto esa pileta con agua. Es larga y angosta, como el parque mismo. A continuación de la seca fuente sigue un área con pasto y siempre con árboles alrededor. Ese sector es algo así, para mis recuerdos y emociones, como un “Monumental, el Monumental del 4to A
Siguiendo hacia el fin del parque, sigue otra zona que un par de veces también ocupamos de cancha de fútbol. Normalmente, si se recorre en una tardecita con Sol, se puede ver a varias parejas demostrándose ese sentimiento recíproco que es tan rico vivir; ya sea tirados en el pasto o sentados en las tantas bancas que en aquel parque hay. Por ese mis sector, en el costado derecho siguiendo el sentido de nuestro viaje virtual, hay un museo, o una sala de exposición… la verdad no sé bien lo que es. Es rojo, y se encuentra construido en un hoyo. Afuera de éste hay un trozo de un tajamar del Mapocho, colocado, creo yo, hace poco.
Continuando el camino, aparece otra pileta, muy parecida a la primera que está detrás del presidente Balmaceda. Ésta sí la he visto con agua… hasta una pelota de fútbol se nos ha bañado en ella. Luego viene un estacionamiento de autos, que en su costado izquierdo nace un puente para cruzar el Mapocho; un puente delgado y en curva. Después de este pequeño estacionamiento sigue el pasto y los árboles, que de repente entre ellos aparece un café, no de uno con piernas, sino uno con libros: un café literario. Apto para una rica conversación en un frío día de otoño consumiendo un café caliente. En él se puede obviamente tomar café y leer, pero también conversar de la vida y del cómo revolucionar al mundo. Y así el parque continúa con su esencia: pasto y árboles. Los caminos para recorrerlos van tomando curvas. De pronto, veremos un bloque de ladrillos antiguos, que son nada menos que un pedazo de los antiguos tajamares del Mapocho. Cerca de éste hay un árbol, en el cual hay una serie de rayados hechos con corrector; yo y un par de amigos pusimos en él un aviso de utilidad pública, sacando a colación al infaltable Pradenas. Es ahí donde una niña le hizo un corte a mi eterna corbata del Lastarria; ese típico corte donde se dejan la punta delgada de las corbatas, de recuerdo. Un lindo momento. Detrás de aquel árbol está el metro Salvador; y se termina el pasto, y con ello se acaba el parque.
Pues así es: entre Baquedano y Salvador hay un parque, el parque Balmaceda, mi parque de los mil recuerdos. Y ayer lo caminé, y ayer recordé: miles de tallas, decenas de pichangas, varias caminatas, muchas conversaciones, un par de peleas (pero siempre como observador), bebidas tomadas, chuchadas echadas, goles convertidos, risas varias, complicidades por montón y sólo una chica besada. Un lindo lugar para recordar por siempre.
La influencia del "tiempo corto" de Braudel en su visión de la Historia.
0 comentarios Publicado por Mauricio en 21:52Es en este sentido, en el de la más completa subjetividad, que queremos llegar al cómo esas circunstancias históricas de los “acontecimientos” en la vida de Braudel influyeron en la filosofía de éste para con los tiempos históricos. Tales “tiempos cortos” o “acontecimientos” los enumera el mismo Giraldo, y contextualizándolos con el momento en el cual fue concebida la magna obra de Braudel ya citada, podemos denotar una notable influencia en ésta de los surgimientos de los fascismos italiano y alemán y la Segunda Guerra Mundial. Es esta última una coyuntura que gatillará la búsqueda de Braudel para poder minimizar los acontecimientos coyunturales. Esta línea argumentativa la explica Enrique Moradiellos.
La desastrosa maquinaria asesina de la Segunda Guerra Mundial fue vista por sus contemporáneos como un hecho de suma importancia, y quizás no era para menos, al tener a la vista el horror que ésta estaba causando. Más en Francia, pues el Tercer Reich, al parecer, estaba aplastando un régimen francés de larga vida; lo mismo pretendía hacer con toda una tradición política europea. ¿Cómo estas coyunturas, tiempos de corta duración, que a la vista de los que la vivieron poseían una considerable importancia, sirvió para que Braudel fijara su atención en los elementos de larga duración, en las estructuras que permanecen con el tiempo? Es la paradoja braudeliana.
March Bloch, fundador y figura eminente de la escuela de los Annales, llamó la atención a sus contemporáneos colegas en el descuido del análisis al surgimiento de los fascismos, que en gran parte, sobretodo el alemán al mando de Hitler, empujaría a Europa a la Segunda Guerra Mundial. Era ésta una visión, como se vio anteriormente, opuesta a lo que Braudel percibía de la guerra y del devenir histórico. Así, el discípulo de Lucien Febvre pondrá toda su atención en la larga duración, que desde su perspectiva son los elementos posibles de estudiar, para explicar de cierta forma que los elementos de larga duración, la estructura de Francia, hará que ésta no caiga ante el acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido devaluará el análisis histórico limitado en los acontecimientos, por considerarlos la “espuma de la ola de la Historia”; sucesos de corta duración que al largo plazo demuestran carecer de relevancia, pues son las estructuras, esos elementos que Braudel percibe como los de larga duración, los que permanecen.
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1: Braudel, Fernand. El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Fondo de Cultura Económica, 2ª Edición en español, tomo I. México, D.F., 1992. p. 12. (orig. 1949).
¡Vamos, elige al payaso! ¿O aún crees en ese romanticismo del amor, donde con el solo hecho de querer lo puedes lograr todo? ¡No seas ridículo! ¡Recuerda que estamos en la modernidad! ¡Ven, acércate y en payaso conviértete! ¡Ven, maquíllate y falsea tu identidad para que a los ojos y paradigmas de ella seas agradable! Considera que las diferencias muchas veces no se pueden llevar desde una postura sin comprensión, por lo cual inevitablemente, si ésta no se tiene, generará roces, poniendo en riesgo la estabilidad de lo que quieres construir ¿acaso eso quieres?
Un poco de pintura blanca en la cara, algo de rojo alrededor de los labios, una gran nariz roja, algo de negro en los ojos y por último, esta notable peluca de mil colores. Mírate al espejo ¡si ya no eres tú! ¿Por qué no sonríes? ¿No te das cuenta que con esta apariencia le agradarás? Tienes la posibilidad de una linda relación en tus manos ¿tanto te importa la consecuencia y la coherencia? ¡No seas imbécil, eso es anticuado! ¡Hoy se nos exige ante todo cinismo!
Lo sé, sé que tú eres capaz de comprender posturas divergentes a la tuya, pero tú eres de otra época; te tienes que adaptar a la modernidad. ¡No dudes más, apúrate que el show comenzará! ¡Estúpido! ¡Qué hiciste! ¿Por qué te lavaste la cara? No pierdas más el tiempo y anda a maquillarte de nuevo, te ves muy sincero para el amor. ¡El tiempo pasa! ¿Así que no quieres? Eres un tarado, mira a tu alrededor, todas esas personas son falsas; mira su maquillaje, todos han decidido ser payasos en este Circo del Amor, donde para amar y ser amado tienes que cambiar, adaptarte hasta eliminar con la pintura en tu rostro las diferencias que se tienen.
Perdiste tu tiempo, septiembre se fue y con él se van los circos, y recuerda ante todo, que el amor estereotipado es un circo donde no se aceptan personas tal como son, sino personas adaptadas en función del otro.
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