Querido Tomás:
Quiero expresar, a través de esta carta, mi gran alegría al saber que vendrías. Si bien hace un par de meses sé que ibas a llegar, sólo hace unas semanas, cuando todo estaba oscuro, supe tu identidad. Lo anterior es sólo superficial, es tu ya confirmada existencia la que me hace feliz; no obstante, aquella superficialidad me ayudó a liberar todas mis ilusiones, y también a confirmarlas. Éstas, me han servido para llenar con luz mi ya oscuro cuarto de la existencia.
Quiero contarte, para dicha tuya, mía y de toda tu familia, que no vienes solo; ya confirmó visita un primo o prima tuyo, que hasta el momento no sé mucho de él o ella, pero al igual como me pasó contigo, es su ya confirmada existencia la que me hace feliz. Él o ella llegará unos meses después de ti, así que juntos podremos darle la bienvenida. Ambos se sumarán a los otros tres tesoros que tiene esta hermosa familia, donde dos son tus hermanas y la otra tu linda prima.
Cuando sepa algo más de él o ella, también le enviaré una carta, donde le expresaré de la misma forma que lo hago acá mi más grande felicidad. Obviamente querido Tomás, le contaré sobre tu llegada, y al hacerlo, de seguro será feliz al saber que tendrá al mejor amigo de la vida.
Me despido querido Tomás reiterando lo agradecido que estoy por tu llegada y la de él o ella. Cómo dije, se han transformado en dos grandes luces que iluminan mi diario caminar, el que se hizo de un día para otro, un tanto insoportable después de ser lo más maravilloso. Me han ayudado a resistirlo. Los amo.
Mauricio Rivera Arce, Santiago de Chile, 22 de junio de 2008.
