De golpe se levantó. Su corazón palpitaba tan rápido que Manuel necesitó de unos segundos para poder calmarse. Estaba pálido, el sudor le corría por la frente, bajando por su nariz, desviándose en sus mejillas y desapareciendo en el cuello. Sólo cuando la vio a ella, a su lado, logró aquella calma; su corazón volvía al ritmo de agitación normal.
En aquel instante entendió que todo había sido una pesadilla. Ella estaba despierta, con los ojos quietos mirando a la nada. Manuel la abrazó, y lloró, no obstante Ella no hizo nada. Pero Manuel no se percató de tal penosa indiferencia, lo que había soñado era mucho peor. Besándola y recorriendo su cuello le dijo:
- Sabes, soñé algo tan horrible, soñé que a toda esta linda historia le poníamos el punto final, fue tan irreal. Se me hace imposible hacer la unión de este triste final, con el comienzo más bello que ambos podíamos imaginar, fue tan incongruente. Y las razones, no tenían nada que ver con todo lo que nos dijimos, fue tan incoherente. Pero todo fue una pasadilla, acá estamos, queriéndonos. Quiero que sepas, te quiero demasiado, así que todo esto es parte de una pesadilla.
Ella, puso sus manos en las sien de Manuel, y dándole un frió beso en su frente, lo retiró de su lado, marchándose. El joven quedó desolado, no lograba comprender lo que sucedía, e inmediatamente se le vinieron a la mente las imágenes de su reciente sueño, y expresó:
- Ya veo, aun no despierto… sigo soñando esta horrible pesadilla, espero despertar pronto, para luego poder abrazarte y quererte, como decidimos hacerlo cuando comenzamos.
Después de aquellas palabras un tanto melancólicas, un tanto esperanzadoras, Manuel cerró los ojos, y se durmió. Lo que él no sabía, era que tan horrible, tan incongruente, tan incoherente y tan irreal sueño, no era nada más que su real existencia tatuada de negro.