“¡Gran Astro! ¿Qué sería de tu felicidad si te faltase aquellos a quienes iluminas?”


Nuestra felicidad depende, en muchos aspectos, de nuestras positivas relaciones con nuestras circunstancias. Se trata de una felicidad recíproca, en tanto mi felicidad recibe influencia, existe y se desarrolla en base de lo que puedo lograr en los otros, en base a la felicidad que a ellos soy capaz de despertar, de entregar. Si a éstos les puedo dar un grado de felicidad, yo también seré feliz. Así como el astro al que Zaratustra le habla, donde Nietzsche denota que su felicidad (la del astro) es creación de su actuar sobre sus circunstancias, sobre la humanidad (en este caso, así se reconoce Zaratustra); en ausencia de esta humanidad, a la que el Gran Astro favorece con su luz, el solitario hastiado de su sabiduría se cuestiona la existencia de la felicidad en el que ilumina: “sin mi, sin mi águila y mi serpiente, te habrías cansado de tu luz y de este camino”.


Pues es así como nuestra existencia es inseparable de nuestras circunstancias. Estamos constantemente influenciados por ellas; como por ejemplo, en nuestra felicidad. Claro está, es sólo un ejemplo del origen de ésta. Es con esta premisa con la cual guiamos muchas de nuestras decisiones, casi determinándolas en la felicidad del otro. Ejemplos, estoy seguro, hay varios en su cotidiano vivir. No siempre somos seres egoístas…


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