Sin título.

Y se retiró. Cada apuesta que hacía era una derrota; cada camino que proyectaba era el erróneo; cada razonamiento era una falacia; cada futuro pensado, a la hora de hacerlo presente, era una simple ilusión. ¿Qué más podía hacer? Le tocó saborear la derrota por primera vez. No lo quería aceptar, siempre guardó esperanzas. Al caballo que le depositó su dinero y que ganaba seguro, pues algo pasó; se fatigó dicen sus amigos. Y se retiró, a casa dicen sus más cercanos. Decepcionado, desilusionado. Había llegado con tantas expectativas; pues nada, a casa se iba con las manos vacías.

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