“When I look into your eyes I can see a love restrained” se escuchaba en su mente. Pensaba muchas cosas; obviamente que en eso también, en su constante en el último tiempo. Estaba cómodamente sentado; se ganó aquel derecho después de haber empujado bien empujado. “But darlin' when I hold you Don't you know I feel the same” sonaba, nada le llamó la atención, sólo una niña que lloraba porque su madre no le compró un dulce que se subieron a vender; él también alguna vez lloró por lo mismo. Cuando movió su vista se encontró con ella; unos ojos hermosamente celestes; una profundidad de mirada que sólo veía cuando en el espejo reflejaba su propio rostro. Sí, era un tanto narcisista. Se puso nervioso, ambos se pusieron nerviosos; ambos movieron la cabeza imponiéndose mirar hacia otro lado. En su mente estaban aquellos ojos,“'Cause nothin' lasts forever”; concluyó en seguir mirándola. Trató de alcanzarla con el reojo, y notó que ella no lo miraba; se atrevió a clavar su vista en ese cielo celeste. La miró unos segundos y pensó que la perfección existía. Pues bien, su rostro era perfecto. Sabía que era un pensamiento superficial, pero era lo que le conocía: su ilimitada belleza. La miró y la miró, cuando los ojos de ella se juntaron con los de él. De nuevo el nerviosismo se apoderó de ambos, mas no rompieron aquella naciente complicidad. “An no one's really sure who's lettin' go today”; él le regaló una sonrisa y ella se la devolvió sonriendo, y comprobó que la perfección en sí no existe, pues ésta se perfeccionaba. Aquella mirada se perfeccionó con su sonrisa. El nerviosismo aumentó, y no aguantaron: retiraron la recíproca mirada. Él observaba feliz a la nada, y le llamó la atención esa fugaz y espontánea complicidad que era capaz de crear. Volvió al reojo y ahí estaba ella, con sus ojos fijos en él. Algo le sacudía por dentro. Con una nerviosa sonrisa la miró, y al mismo tiempo volvieron a mirar para otro lado. Pensaba en lo genial que resultaba que la mirada de ella tuviese parada obligada en sus ojos. Y así a cada rato, a cada instante y segundo se miraban y dejaban de mirar. Nerviosismo se repetía, pero un nerviosismo rico, agradable, un nerviosismo coqueto, de esos que gusta sentir. De nuevo se esuchaba, a lo lejos de su mente, donde ya no estaba la atención, un “'Cause nothin' lasts forever”. Que razón tenía, pues se separaron.